En los años ochenta, la vida se vivía con una inocencia y una magia muy especial. Aquellos tiempos estaban marcados por la conexión genuina entre amigos, el valor de los pequeños detalles y la emoción de los primeros amores. En un mundo sin tecnología digital, nuestras conexiones se tejían a través de cartas, libretas llenas de mensajes y momentos compartidos. En este artículo, reviviremos esos recuerdos entrañables, desde la infancia con sus libretas y amistades, hasta la adolescencia y la música que definió una ėpoca
Durante la infancia, cada pequeño gesto tenía un significado profundo. Las libretas, decoradas con dibujos y mensajes positivos, se convertían en un tesoro compartido con amigos. Intercambiar hojas con compañeros era una forma de mantener viva la conexión y de atesorar esos pequeños detalles que definían la amistad. Además, las cartas que se enviaban, con mensajes llenos de cariño, eran un reflejo de la inocencia y la autenticidad de esos años. Cada recuerdo se convierte en un pequeño fragmento de ese mundo lleno de ternura.
A medida que llegaba la adolescencia, esos lazos de amistad se fortalecían con la música que definía la época. Los primeros amores se vivían con una dulzura y una timidez que hoy en día parecen casi entrañables. Las cartas, las libretas llenas de firmas y mensajes, y esos encuentros en persona, creaban recuerdos imborrables. La música, con sus ritmos y sus letras, acompañaba cada momento, convirtiéndose en la banda sonora de esos años.
La música de los años ochenta fue el refugio y la inspiración de toda una generación. Grupos como Menudo marcaron a muchas chicas con sus canciones y ese encanto juvenil que trascendía fronteras. También los Caifanes, con su canción “No Controles”, aportaron un aire rebelde y auténtico que resonaba en el corazón de muchos. Michael Jackson, con su innovación y su talento inigualable, se convirtió en un ícono mundial, dejando huella con cada paso y cada canción. Y, por supuesto, Chayanne, con su carisma y su música, sigue siendo un amor platónico para muchas de nosotras, manteniendo viva esa chispa de juventud
La influencia Thriller fue inmensa y transformó por completo la manera de hacer videoclips. Ese toque cinematográfico, la narrativa y la atmósfera de suspenso hicieron que el videoclip se convirtiera en un fenómeno cultural. No solo marcó a millones de fans, sino que también inspiró a artistas como Luis Miguel y Chayanne, quienes adoptaron ese estilo en sus propios videoclips, reflejando esa fascinación por la innovación y la creatividad que Michael Jackson había instaurado. De esta forma, podemos ver cómo Thriller dejó una huella indeleble en la música y en la cultura pop, inspirando a muchos otros artistas.
En aquella época, era común reunirse con amigos y poner música, bailar al ritmo de los éxitos del momento, y disfrutar de un ambiente lleno de energía y diversión. Era la época en la que se hacían coreografías en grupo, se compartían anécdotas, y se creaban recuerdos inolvidables. Además, era muy común decorar con luces de colores y tener una atmósfera bastante festiva. ¡Sin duda, eran momentos súper especiales!
También en esas fiestas o reuniones en casa se bailaban baladas de José Luis Perales, y otros artistas de la época, creaban un ambiente súper romántico y especial. Apagar las luces y poner esas luces de colores hacía que todo se sintiera aún más íntimo y especial, y los romances que surgían eran muy inocentes y tiernos. Era una época de mucha conexión personal, donde la música y el ambiente ayudaban a crear recuerdos que perduran en el tiempo. ¡Qué bonito recordar esos momentos!
Los primeros amores en aquella época también tenían un encanto muy especial. Eran inocentes, llenos de miradas tímidas, notas escritas a mano, y encuentros en fiestas o en la escuela. Había una magia especial en esos primeros sentimientos, con canciones que marcaban el ritmo de esos romances, y con pequeños gestos que quedaban en la memoria.
Era un tiempo de descubrimiento, de emociones intensas y de primeras experiencias que, sin duda, marcaban el corazón para siempre. Esos amores siempre tienen un lugar especial en nuestro corazón.En la infancia y la adolescencia, las ilusiones se mezclan con la realidad, y es común asociar esos primeros sentimientos con nuestros ídolos de la época. Por ejemplo, en unas vacaciones, conocí a Carlos Ernesto, un chico que, al igual que los integrantes de Menudo, tenía una moto, y esa conexión me hizo asociarlo con la famosa canción “Súbete a mi moto”. Cuando volvimos a la ciudad y empezaron las clases, él me visitó en casa y me regaló una pegatina con un corazón, un gesto que se convirtió en un recuerdo entrañable. Así, esos primeros amores se entrelazan con nuestras fantasías, creando memorias que perduran con el tiempo
A lo largo de los años, esos primeros amores y recuerdos de juventud han tejido la esencia de quien soy hoy. Viviendo en España y con 55 años, he atravesado relaciones que han sido un fracaso, un matrimonio caótico pero el crecimiento personal que me han llevado a mantener viva mi creatividad. Como estilista, peluquera y actriz, he canalizado mi imaginación en proyectos que reflejan mi toque romántico y rebelde. Además, la creatividad se ha convertido en un refugio, plasmando en libretas bonitas mis emociones y vivencias, incluso en momentos difíciles, como la enfermedad de mi gatito Cheetara.
Hoy, sigo admirando a los ídolos de mi juventud, como Chayanne y los integrantes de Menudo, y mantengo ese espíritu soñador y auténtico. Así, la influencia de aquellos primeros amores y la creatividad siguen siendo el motor de mi vida hoy en día
Al mirar atrás, es hermoso ver cómo todos esos primeros amores, recuerdos y la creatividad que nos define siguen siendo parte de nuestra esencia. A pesar de las experiencias y los desafíos de la vida, esos recuerdos siguen iluminando nuestro camino, inspirando nuestra creatividad y manteniendo viva esa chispa de juventud. Hoy, al seguir conectando con esos ídolos, con la escritura y con la creatividad, reafirmamos que, aunque el tiempo pase, la esencia de lo que fuimos y lo que soñamos permanece intacta. Es un testimonio de resiliencia, de sueños que siguen vivos y de la belleza de mantenernos fieles a nosotros mismos
Al final, lo que realmente perdura son esos recuerdos, esas experiencias y emociones que atesoramos, mucho más allá de lo material. Esos momentos que nos marcan, esa creatividad que nos define, son lo que realmente nos deja una huella duradera.














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